VISITA AL ACUEDUCTO DE "RABO DE BUEY"
MÉRIDA
Tres,
o cuatro según últimas investigaciones, eran los acueductos que
abastecían de agua potable a la antigua
ciudad de Emerita Augusta.
Uno de estos aportes, el conocido como de San Lázaro o “Rabo de
Buey” (nombre que recibe por un depósito de agua situado sobre el
cerro del mismo nombre) ha sido recientemente visitado por la
asociación Hispania Romana.
Sobre
la antigüedad del mismo hay distintas opiniones. Hay quien lo data
en época de Augusto, otros a mediados del siglo I e incluso quien
retrasa su fábrica hasta el periodo de los Severos.
Centramos
la visita en su “caput aquae”, o zona de captación de agua
al aprovechar en esa zona distante unos 5Km de la ciudad distintas
corrientes como las de
Valhondo,
Las Tomas o Casa Herrera. Las aguas son tomadas
y conducidas por galerías subterráneas de paredes permeables, como
no podía ser de otra forma en esta zona de captación, construidas
en mampostería y cubiertas por
bóveda de cañón
realizadas en sillarejo.
Este
tipo de bóveda de cañón fue ampliamente usada en el mundo romano,
tal vez por herencia etrusca y a la que supieron sacar todo el
provecho con el uso de las cimbras.
En
cualquier caso los aproximadamente 4 Km. que
componen su parte
subterránea se encuentran bastante bien conservadas pudiendo
admitirse que prácticamente el 90% es de época romana.
Evidentemente
nuestro paseo por las canalizaciones fue mucho mas limitado y bajo
las doctas descripciones
del arqueólogo Santiago Freijoo,
al que
desde aquí queremos
volver a reiterar nuestro mayor
agradecimiento.
Aun
hoy fluye suavemente el agua por el “
specus”, es decir el canal propiamente dicho, de un ancho variable
que ronda los 70 cm. Pueden apreciarse cortes rectangulares en su
recorrido cuya misión fue la de limpiar y recoger los sedimentos
arrastrados por el agua para mejorar su pureza y evitar el deterioro
de la obra. Igualmente existen a intervalos regulares unos pozos o
“spiramina
“,
cubiertos por losas graníticas, que comunican el “specus” con el
exterior sirviendo tanto para la aireación como para facilitar el
mantenimiento del canal, en especial, para este último fin, las
cuatro de mayor tamaño situados lateralmente al mismo y que permiten
un mas cómodo acceso mediante una escalera pétrea.
Para
otro momento quedó la visita de los ya muy conocidos tres pilares
que culminaban el acueducto en su parte aérea, y permitía saltar el
desnivel del rió
Albarregas,
los restos en el circo romano o los de la “Casa del Anfiteatro”con
su fuente en forma de cabeza de león.
Al
vídeo de la visita añadimos otros tres, a modo de comparación, con
lo de otra visita al recientemente reconocido como romano acueducto
de la Pozuela en Toledo.
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Tres,
o cuatro según últimas investigaciones, eran los acueductos que
abastecían de agua potable a la antigua
ciudad de Emerita Augusta. Uno de estos aportes, el conocido como de San Lázaro o “Rabo de Buey” (nombre que recibe por un depósito de agua situado sobre el cerro del mismo nombre) ha sido recientemente visitado por la asociación Hispania Romana.
ciudad de Emerita Augusta. Uno de estos aportes, el conocido como de San Lázaro o “Rabo de Buey” (nombre que recibe por un depósito de agua situado sobre el cerro del mismo nombre) ha sido recientemente visitado por la asociación Hispania Romana.
Sobre
la antigüedad del mismo hay distintas opiniones. Hay quien lo data
en época de Augusto, otros a mediados del siglo I e incluso quien
retrasa su fábrica hasta el periodo de los Severos.
Centramos
la visita en su “caput aquae”, o zona de captación de agua
al aprovechar en esa zona distante unos 5Km de la ciudad distintas
corrientes como las de
Valhondo,
Las Tomas o Casa Herrera. Las aguas son tomadas
y conducidas por galerías subterráneas de paredes permeables, como
no podía ser de otra forma en esta zona de captación, construidas
en mampostería y cubiertas por
bóveda de cañón
realizadas en sillarejo.
Este
tipo de bóveda de cañón fue ampliamente usada en el mundo romano,
tal vez por herencia etrusca y a la que supieron sacar todo el
provecho con el uso de las cimbras.
componen su parte subterránea se encuentran bastante bien conservadas pudiendo admitirse que prácticamente el 90% es de época romana.
Evidentemente
nuestro paseo por las canalizaciones fue mucho mas limitado y bajo
las doctas descripciones
del arqueólogo Santiago Freijoo,
al que
desde aquí queremos
volver a reiterar nuestro mayor
agradecimiento.
Aun
hoy fluye suavemente el agua por el “
specus”, es decir el canal propiamente dicho, de un ancho variable
que ronda los 70 cm. Pueden apreciarse cortes rectangulares en su
recorrido cuya misión fue la de limpiar y recoger los sedimentos
arrastrados por el agua para mejorar su pureza y evitar el deterioro
de la obra. Igualmente existen a intervalos regulares unos pozos o
“spiramina
“,
cubiertos por losas graníticas, que comunican el “specus” con el
exterior sirviendo tanto para la aireación como para facilitar el
mantenimiento del canal, en especial, para este último fin, las
cuatro de mayor tamaño situados lateralmente al mismo y que permiten
un mas cómodo acceso mediante una escalera pétrea.
Para
otro momento quedó la visita de los ya muy conocidos tres pilares
que culminaban el acueducto en su parte aérea, y permitía saltar el
desnivel del rió
Albarregas,
los restos en el circo romano o los de la “Casa del Anfiteatro”con
su fuente en forma de cabeza de león.
Al
vídeo de la visita añadimos otros tres, a modo de comparación, con
lo de otra visita al recientemente reconocido como romano acueducto
de la Pozuela en Toledo.
VISITA A ALANGE
(BADAJOZ)
28 de agosto de 2.014
Las aguas de Alange bajo
la protección de Juno, al menos así cabe pensar de la inscripción
del ara dedicada a esta por Licinio
Sereniano en agradecimiento por hacer fecunda a su hija Varinia Serena, al menos ya funcionaban como balneario en el siglo III, si bien sus aguas minero-medicinales debieron ser usadas mucho tiempo antes como siguieron siéndolo en los siglos venideros. Incluso el topónimo Alange parece, para algunos, hacer referencia a esta naturaleza salutífera pues vendría de árabe “aguas de Alá”
.
En
el siglo XIX, con el auge de los balnearios, estas aguas fueron
rescatadas del abandono tras su compra y rehabilitación por Abdón
Berbén, médico local, siendo gracias a él y sus descendientes que
hoy podamos disfrutar de su rico patrimonio arqueológico y de sus
aguas ricas en radón consideradas aun hoy en día por la
hidroterapia moderna como muy útiles en los problemas psíquicos y
neurológicos.
Puede
parecer extraño pero pocos saben que, junto al conjunto monumental
de la cercana Mérida, estas “thermae
“ son patrimonio de la humanidad desde 1993.
Ante
de visitar el balneario ascendimos por cerro de la Culebra que
domina todo el territorio. En él se encuentran los restos de una
fortaleza originalmente del singlo XI. Ya el ilustre arqueólogo José Ramón Mélida, al referirse a esta fortaleza, la describía diciendo que "distante tres leguas de Mérida y situada en un alto a orillas del río Matachel, donde la naturaleza misma, con peñascos y quebraduras, forma ya un lugar eminente de defensa. (...), fue fundada por el rey moro Alagio, como punto defensivo avanzado contra el califa de Córdoba."
fortaleza originalmente del singlo XI. Ya el ilustre arqueólogo José Ramón Mélida, al referirse a esta fortaleza, la describía diciendo que "distante tres leguas de Mérida y situada en un alto a orillas del río Matachel, donde la naturaleza misma, con peñascos y quebraduras, forma ya un lugar eminente de defensa. (...), fue fundada por el rey moro Alagio, como punto defensivo avanzado contra el califa de Córdoba."
En
tal lugar se encastilló Ibn
Marwan (fundador
de Badajoz) en su revuelta contra el emir Muhamad I. Mas tarde, tras ser conquistada por Fernando III, pasó a manos de la orden de Santiago.
de Badajoz) en su revuelta contra el emir Muhamad I. Mas tarde, tras ser conquistada por Fernando III, pasó a manos de la orden de Santiago.
Pero
no solo pudimos ver los restos medievales, con su doble
amurallamiento, sus distintas
puerta, aljibes, muros y restos de torres donde destaca la del homenaje "un torreón cuadrado de 5 m. por lado con recios muros de ladrillos, perforados por ventanas en arcos de herradura, correspondientes a una cámara cerrada con bóveda por arista." según fue descrita por Melida en 1.910. Hoy nada queda de los citados arco de herradura.
puerta, aljibes, muros y restos de torres donde destaca la del homenaje "un torreón cuadrado de 5 m. por lado con recios muros de ladrillos, perforados por ventanas en arcos de herradura, correspondientes a una cámara cerrada con bóveda por arista." según fue descrita por Melida en 1.910. Hoy nada queda de los citados arco de herradura.
Son
magníficas las vistas que controlan los dos principales vados del
Guadiana (el de los
Patos y el de la estación de la Zarza), las vegas de este rió y la Tierra de Barros y, hoy, el pantano de Alange donde cabe aun intuir los múltiples ríos (Matachel, Palomillas, Valdemedé, y Bonhabal ) que en su día serpentearon por un terreno hoy anegado, terreno que en otra época perteneció a la centuriación realizada
por Augusto para los veteranos fundadores de Merida. Aun cabe imaginar en cada alto y bajo las amplias aguas las múltiples villas romanas que supieron sacar producto a tan fértiles tierras.
Patos y el de la estación de la Zarza), las vegas de este rió y la Tierra de Barros y, hoy, el pantano de Alange donde cabe aun intuir los múltiples ríos (Matachel, Palomillas, Valdemedé, y Bonhabal ) que en su día serpentearon por un terreno hoy anegado, terreno que en otra época perteneció a la centuriación realizada
por Augusto para los veteranos fundadores de Merida. Aun cabe imaginar en cada alto y bajo las amplias aguas las múltiples villas romanas que supieron sacar producto a tan fértiles tierras.
Dicho
lo anterior seria inimaginable que tal peñón no fuera ocupado con
anterioridad por otros primitivos pobladores . Al observador atento
no se le escapará cerámica a mano, negra, de grano grueso que iría
al menos desde el Epicalcolítico en transición al Bronce, pasando
por el Bronce Pleno de la cultura del Suroeste, con su
característica cerámica carenada, hasta el Bronce Final.
Cazoletas
calcolíticas excavadas en la roca y abundantes pinturas rupestres
esquemáticas (algunas descubiertas por el Abate
Breuil
, perdidas y vueltas a encontrar ) hacen aun mas interesante el
ascenso.
El
poblamiento continuó y en la base del cerro y lindando con las aguas
del pantano pudimos ver mas restos, ahora de la Edad del Hierro, los
de un almacén de buena factura en su fábrica.
Buen
punto final fue la visita al balneario donde
pudimos saludar a su director que amablemente nos permitió adentrarnos en los restos arqueológicos del mismo. La estela mandada levantar por Licinio Sereniano Clarissimus fue, como no, nuestra primera parada, luego bajamos por una escalinata hasta el piso inferior donde se encuentran los restos romanos mas interesantes. La bajada formada
por una bóveda de cañón ( hoy muy deformada por las presiones sufridas durante siglos) nos lleva hasta unas estancias circulares cuyas paredes en su momento estuvieron decoradas, al parece, con guirnaldas. El techo remata en una cúpula
donde se abre un “oculo” central.
pudimos saludar a su director que amablemente nos permitió adentrarnos en los restos arqueológicos del mismo. La estela mandada levantar por Licinio Sereniano Clarissimus fue, como no, nuestra primera parada, luego bajamos por una escalinata hasta el piso inferior donde se encuentran los restos romanos mas interesantes. La bajada formada
por una bóveda de cañón ( hoy muy deformada por las presiones sufridas durante siglos) nos lleva hasta unas estancias circulares cuyas paredes en su momento estuvieron decoradas, al parece, con guirnaldas. El techo remata en una cúpula
donde se abre un “oculo” central.
El
edificio de planta rectangular guardó en su momento una doble
estructura, simétrica, claramente separadas entre si y hoy unidas
por un moderno pasillo.
No
puedo terminar sin agradecer la amabilidad y los conocimientos de
D. Juan
Diego Carmena
que nos acompañó durante toda la visita haciéndola un verdadero
placer.