sábado, 29 de noviembre de 2014

-HISPANIA ROMANA-

COMISSATIO:

UNA ACTIVIDAD PRIVADA DE LA ASOCIACIÓN HISPANIA ROMANA.



Carmen saeculare

Phoebe silvarumque potens Diana, ¡ lucidum caeli decus, o colendi semper et culti, date quae precamur tempore sacro, quo Sibyllini monuere versus virgines lectas puerosque castos dis, quibus septem placuere colles, dicere carmen..




 ¡Oh Febo, y tú, Diana, poderosa en las selvas !
 ¡ astros brillantes del cielo, siempre adorados y siempre dignos de adoración escuchad nuestras preces en los días consagrados por los versos de la Sibila, para que las vírgenes escogidas y los castos mancebos. eleven sus cánticos  en loor de los dioses protectores de las siete colinas!...



 Así comenzamos, tras celebrar la “secunda mensa”, una “recitatio”, con el "Carmen saeculare"  encargado por Augusto a Horacio en el año 17 a.JC y que ha llegado a nosotros gracias a Zósimo  (Nueva Historia II . 4) Luego desengrasamos la severidad de estos himnos de  Estado, con los versos mas mundanos y jocosos, verdadera expresión de un “carpen diem” literario, de Catulo.
   La “recitatio” fue completada con una amena lección de métrica latina cuya base, como es sabido, es la “cantidad”; pues  esta se  basa en la contraposición de sílabas largas y breves.
  Aquí podéis compartí unos breves momentos de un convivium memorable.






VIVAMUS, MEA LESVIA
(CATULO)

Viuamus, mea Lesbia, atque amemus, rumoresque senum seueriorum omnes unius aestimemus assis. Soles occidere et redire possunt: nobis, cum semel occidit breuis lux, nox est perpetua una dormienda. Da mi basia mille, deinde centum, dein mille altera, dein secunda centum, deinde usque altera mille, deinde centum. Dein, cum milia multa fecerimus, conturbabimus illa, ne sciamus, aut nequis malus inuidere possit, cum tantum sciat esse basiorum

Vivamos, Lesbia mía y amémosnos, hagamos caso omiso a todas las habladurías de los ancianos en exceso escrupulosos. Los astros pueden ocultarse y reaparecer, pero tan pronto como se apague la breve llama de nuestra vida. nosotros tendremos que dormir en noche perpetua Dame mil besos y después cien, otros mil luego, luego otros cien. Empieza de nuevo hasta llegar a otros mil y a otros cien. Después, cuando hayamos acumulado muchos miles, los revolveremos todos para perder la cuenta o para que ningún malvado envidioso sea capaz de embrujarnos cuando sepa que nos hemos dado tantos besos.




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