lunes, 15 de septiembre de 2014

-HISPANIA ROMANA-

VISITA A  ALANGE
(BADAJOZ)
 28 de agosto de 2.014



              Las aguas de Alange bajo la protección de Juno, al menos así cabe pensar de la inscripción del ara dedicada a esta por Licinio Sereniano en agradecimiento por hacer fecunda a su hija Varinia Serena, al menos ya funcionaban como balneario en el siglo III, si bien sus aguas minero-medicinales debieron ser usadas mucho tiempo antes como siguieron siéndolo en los siglos venideros. Incluso el topónimo Alange parece, para algunos, hacer referencia a esta naturaleza salutífera pues vendría de árabe “aguas de Alá”
.




En el siglo XIX, con el auge de los balnearios, estas aguas fueron rescatadas del abandono tras su compra y rehabilitación por Abdón Berbén, médico local, siendo gracias a él y sus descendientes que hoy podamos disfrutar de su rico patrimonio arqueológico y de sus aguas ricas en radón consideradas aun hoy en día por la hidroterapia moderna como muy útiles en los problemas psíquicos y neurológicos.

Puede parecer extraño pero pocos saben que, junto al conjunto monumental de la cercana Mérida, estas “thermae “ son patrimonio de la humanidad desde 1993.

Ante de visitar el balneario ascendimos por cerro de la Culebra que domina todo el territorio. En él se encuentran los restos de una
fortaleza originalmente del singlo XI. Ya el ilustre arqueólogo José Ramón Mélida, al referirse a esta fortaleza, la describía diciendo que "distante tres leguas de Mérida y situada en un alto a orillas del río Matachel, donde la naturaleza misma, con peñascos y quebraduras, forma ya un lugar eminente de defensa. (...), fue fundada por el rey moro Alagio, como punto defensivo avanzado contra el califa de Córdoba."

En tal lugar se encastilló Ibn Marwan (fundador
de Badajoz) en su revuelta contra el emir Muhamad I. Mas tarde, tras ser conquistada por Fernando III,  pasó a manos de la orden de Santiago.
Pero no solo pudimos ver los restos medievales, con su doble amurallamiento, sus distintas
puerta, aljibes, muros y restos de torres donde destaca la del homenaje "un torreón cuadrado de 5 m. por lado con recios muros de ladrillos, perforados por ventanas en arcos de herradura, correspondientes a una cámara cerrada con bóveda por arista." según fue descrita por Melida en 1.910. Hoy nada queda de los citados arco de herradura.


   Son magníficas las vistas que controlan los dos principales vados del Guadiana (el de los
Patos y el de la estación de la Zarza), las vegas de este rió y la Tierra de Barros y, hoy, el pantano de Alange donde cabe aun intuir los múltiples ríos (Matachel, Palomillas, Valdemedé, y Bonhabal ) que en su día serpentearon por un terreno hoy anegado, terreno que en otra época perteneció a la centuriación realizada
por Augusto para los veteranos fundadores de Merida. Aun cabe imaginar en cada alto y bajo las amplias aguas las múltiples villas romanas que supieron sacar producto a tan fértiles tierras.

Dicho lo anterior seria inimaginable que tal peñón no fuera ocupado con anterioridad por otros primitivos pobladores . Al observador atento no se le escapará cerámica a mano, negra, de grano grueso que iría al menos desde el Epicalcolítico en transición al Bronce, pasando por el Bronce Pleno de la cultura del Suroeste, con su característica cerámica carenada, hasta el Bronce Final.
Cazoletas calcolíticas excavadas en la roca y abundantes pinturas rupestres esquemáticas (algunas descubiertas por el Abate Breuil , perdidas y vueltas a encontrar ) hacen aun mas interesante el ascenso.
El poblamiento continuó y en la base del cerro y lindando con las aguas del pantano pudimos ver mas restos, ahora de la Edad del Hierro, los de un almacén de buena factura en su fábrica.

Buen punto final fue la visita al balneario donde
pudimos saludar a su director que amablemente nos permitió adentrarnos en los restos arqueológicos del mismo. La estela mandada levantar por Licinio Sereniano Clarissimus fue, como no, nuestra primera parada, luego bajamos por una escalinata hasta el piso inferior donde se encuentran los restos romanos mas interesantes. La bajada formada
por una bóveda de cañón ( hoy muy deformada por las presiones sufridas durante siglos) nos lleva hasta unas estancias circulares cuyas paredes en su momento estuvieron decoradas, al parece, con guirnaldas. El techo remata en una cúpula
donde se abre un “oculo” central.
El edificio de planta rectangular guardó en su momento una doble estructura, simétrica, claramente separadas entre si y hoy unidas por un moderno pasillo.


No puedo terminar sin agradecer la amabilidad y los conocimientos de D. Juan Diego Carmena que nos acompañó durante toda la visita haciéndola un verdadero placer.






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